Un torrente de aguas turbulentas by Madeleine L’Engle

Un torrente de aguas turbulentas by Madeleine L’Engle

autor:Madeleine L’Engle [L’Engle, Madeleine]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Ciencia ficción, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 1985-12-31T16:00:00+00:00


* * *

Al final, Dennys iba a cruzar el oasis en un camello, un camello blanco con una nariz grande y altanera, unos despectivos labios gruesos y unos extraordinarios ojos del color de la genciana, sombreados por largas pestañas.

Noé se había cortado el pie con una piedra afilada, y Matred le había prohibido que acompañara a Dennys.

—Ahora que tú y tu padre se han reconciliado, ¿quieres arruinarlo todo con un pie infectado? Está curándose bien, pero los caminos están llenos de inmundicia. No debes abandonar la tienda hasta que haya sanado.

—Mujeres —gruñó Noé. Pero la obedeció.

—Nuestro Den estará bien —le aseguró ella—. Si se halla al cuidado de los serafines, llegará a la tienda del abuelo Lamec sin peligro.

Alarid, el serafín cuyo anfitrión era el pelícano, y que llevaba agua a la tienda para Dennys; Alarid, que le había advertido que no cambiara nada de lo que tendría que suceder, vino con otro serafín. Éste tenía las alas de color azul pálido y los ojos como piedras de luna,[13] de un azul más profundo y brillante.

—Entonces —le dijo Alarid a Dennys, no precisamente en tono acusador—, ya has provocado cambios.

—¡Pero yo no he cambiado nada! —protestó Dennys.

—Convenciste a Noé de que fuera a hablar con su padre, cuando él no había querido escuchar a nadie.

—En realidad, no le dije mucho —agregó Dennys—. Es que… sólo escuché a las estrellas. Entonces yo no fui realmente el que…

—No estoy aquí para señalarte —dijo Alarid—. Estamos llenos de alegría porque Lamec y Noé hablan de nuevo, y quizá fuera necesario que tu hermano preparara al anciano para la reconciliación —señaló al otro serafín, que había estado escuchando en silencio.

—Éste es Admael.

El serafín no extendió su mano. Evidentemente, los serafines no estrechaban las manos. Admael se inclinó, y Dennys devolvió la reverencia.

Juntos, los dos serafines examinaron con atención a Dennys.

—Yalith y Oholibamá te han cuidado muy bien —dijo Alarid.

Admael asintió con una aprobación silenciosa.

—Han sido maravillosas —estuvo de acuerdo Dennys—. Creo que habría muerto si no hubiera sido por ellas —las costras habían desaparecido de su piel. Ahora podría correr por el desierto sin cansarse. Sabía que ya había llegado el momento.

Miró a Alarid.

—Y tú también. Gracias —hizo una reverencia al serafín.

—Admael te llevará a la tienda del abuelo Lamec —dijo Alarid.

Los ojos de piedra de luna de Admael sonrieron a Dennys.

—Esperaré afuera —con una mirada grave, el serafín salió.

—Debería darles las gracias a todos —Dennys dudó. Estaba ansioso por volver a estar con Sandy, sí, y sin embargo no estaba, en lo más mínimo, ansioso por dejar a Yalith. Y, por supuesto, a Oholibamá y Jafet. Si fuera a la tienda del abuelo Lamec, ¿volvería a ver a Yalith? ¿Sus delicados dedos se deslizarían confiados en su mano como lo hicieron cuando ella lo llevó de noche para que escuchara a las estrellas, o cuando bailaron bajo el cielo del desierto?

—No temas —dijo Alarid—. He dado las gracias por ti a todos ellos, a Noé y Matred, a Sem y Elisábet, a Cam y Aná, a Jafet y Oholibamá, y oh, sí, también a Yalith.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.